miércoles, 14 de mayo de 2014

EL LEGADO DE TIBERIO. CRONICAS SOBRE SU PERSONA


Según las descripciones de la época, Tiberio era de gran estatura, complexión atlética, tez blanca y calvicie prematura. Tan solo le quedó el cabello en la nuca, que dejó crecer, siguiendo la moda de los patricios de la época. Era zurdo, tenía los ojos de distintos colores: verde y azul, y aunque era miope, de noche tenía una visión de una agudeza excepcional. Su salud era excelente, y solo consta que enfermara en dos ocasiones.

Fue un hombre tímido y reservado, la vergüenza por su calvicie le produjo un profundo efecto depresivo, hasta el punto que llegó a condenar a Lucio Cesiano por haberse burlado en público de su calva.  Padeció unas terribles úlceras faciales que le afeaban el rostro y lo obligaban a tener la cara cubierta de emplastos; esta dermopatía hizo que Tiberio evitara aparecer en público. De carácter cínico, amargado y con un humor cruel en extremo, Suetonio narra una anécdota según la cual: asustado Tiberio por un pescador de Capri que había escalado un acantilado para ofrecerle su mejor captura, le hizo frotar la cara con su pescado. En medio del suplicio, el pescador se felicitó de no haberle regalado una enorme langosta que había cogido. Tiberio mandó traerla e hizo que le restregasen también con ella la cara. 

Tras su muerte, Tiberio dejó en el Tesoro tres billones de sestercios. En lugar de embarcarse en costosas campañas en el extranjero, Tiberio decidió fortalecer el Imperio mediante la construcción de defensas, el uso de la diplomacia y manteniendo una política de pasividad en las disputas de monarcas extranjeros. El resultado de la política de Tiberio fue un Imperio más fuerte y consolidado. 

La figura de Tiberio es  escasamente mencionada en los evangelios, se menciona que: durante el reinado de Tiberio, Jesús de Nazaret fue ejecutado por órdenes del gobernador de Judea: Poncio Pilatos. En la Biblia, el nombre de Tiberio se menciona únicamente en una ocasión y es en el Evangelio según San Lucas, en una parte en la que mencionan el ascenso de Juan el Bautista al servicio público. Si bien, es citado en numerosas ocasiones el nombre de César, aunque no se hace referencia explícita a Tiberio. 

De los autores cuyos textos sobre el emperador han sobrevivido, solo cuatro describen con todo detalle el reinado: Tácito, Suetonio, Dión Casio y Veleyo Patérculo, además de pequeños fragmentos escritos por Plinio el Viejo, Estrabón y Marco Anneo Séneca:

Publio Cornelio Tácito. El informe más detallado sobre el reinado de Tiberio nos ha llegado de la mano de Publio Cornelio Tácito (56 d.C) y sus “Anales”. Su obra está basada en su mayor parte en el "acta senatus" (el acta de sesión del Senado) y el “acta diurna populi Romani” (colección de relatos e informes de actuaciones gubernamentales y cortesanas). La descripción que Tácito hace sobre el emperador Tiberio, es generalmente negativa y se hace más dura gradualmente a medida que su estado empeora. Tácito menciona una clara degradación del estado psicológico del emperador a partir de la muerte de su hijo en 23 d.C. El historiador Tácito describe en líneas generales el reinado de la Dinastía Julio-Claudia como injusto y cruel y las buenas acciones que sucedieron al principio de su reinado son achacadas a pura hipocresía. Tácito también recurre en el desequilibrio de poder entre los emperadores y el Senado y pone de manifiesto la corrupción y la tiranía derivadas de los gobernantes, dedicando una importante parte de su relato a los juicios y persecuciones que surgieron a raíz de la restauración de la ley de maiestas. 

"Su carácter experimenta constantes cambios. Durante el reinado de Augusto fue un ciudadano privado que ostentó altos cargos y alcanzó su reputación un alto nivel. Pero tras la muerte de Druso y Germánico su carácter se sumió en la maldad y la desgracia. Finalmente intentó librarse del miedo y la vergüenza que sus propias inclinaciones habían estimulado".

Suetonio Tranquilo. Suetonio trabajó en un puesto administrativo durante los reinados de Trajano y Adriano. Su obra, titulada “Las vidas de los doce césares” es una biografía de César y los once primeros emperadores de Roma que va desde el nacimiento de Julio César hasta la muerte de Domiciano en 96 d.C. Al igual que Tácito, Suetonio tuvo acceso a los archivos imperiales, así como a los escritos de historiadores antiguos como Aufidio Baso, Cluvio Rufo, Fabio Rústico y las mismas cartas del emperador César Augusto. La obra de Suetonio es sin embargo más sensacionalista y anecdótica que la de su contemporáneo, destacando las partes que relatan las supuestas depravaciones cometidas por el emperador a su retiro en Capri, y elogiando no obstante las acciones de Tiberio al principio de su reinado, haciendo hincapié en su modestia.

Velayo Petárculo. El historiador Veleyo Patérculo constituye una de las pocas fuentes contemporáneas a Tiberio, que habla de su persona y su reinado. Patérculo sirvió bajo las órdenes de Tiberio durante ocho años en Germania y Panonia en calidad de prefecto de caballería y legado. La obra de Patérculo abarca el período se extiende por el periodo comprendido entre la caída de Troya y la muerte de Livia (29 d.C), y da una opinión muy favorable del emperador y de su Prefecto del Pretorio: Sejano. Aunque no se sabe a ciencia cierta si lo tendencioso de la obra se debe a una verdadera admiración o al miedo de represalias, es importante conocer el dato de que Patérculo fue asesinado en 31 d.C en calidad de amigo de Sejano, lo que nos puede dar la idea de que existiera una verdadera amistad entre los dos.